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Sumisión vs Machismo

Foto del escritor: KaviKavi

Los primeros recuerdos que tengo de mi infancia son al lado de mi madre recitando la famosa oración del ángel de la guarda al lado de mis tres tías y mi abuela. Cuando era niño era normal para mi vivir en una familia de solo mujeres, ya que mi padre no quizo asumir sus responsabilidades como jefe de hogar y mi abuelo materno había abandonado a mi abuela con sus tres hijas para construir una nueva familia.


Mi abuela es el ejemplo perfecto de sumisión y responsabilidad; Sus intereses y aspiraciones personales fueron dejados atrás con el nacimiento de mis tías, asumiendo sus vidas como parte de la suya. Cuando mi abuelo la abandono tomó refugió en otro hombre que la respetó como mujer y la sacó de su zona de confort, en realidad recuerdo que en esa época ella era una mujer plenamente feliz; pero ese hombre también murió y mi abuela le guardo fidelidad y castidad hasta el día de hoy.


Mi madre es el ejemplo de la mujer víctima del machismo oculto de la sociedad moderna. Cuándo quedo en embarazo tenía que viajar todos los días a buscar a mi papá a tres horas de la ciudad para que el respondiera por sus momentos de disfrute, desde ahí en adelante solo recuerdo a mi mamá buscando la manera de tener una pareja estable que le permitiera poder cumplir con sus deseos personales (producto de nuestra sociedad de consumo) y tener la capacidad de mantenernos económicamente bien. Si, ECONOMICAMENTE bien. Ella pensaba que con dinero podríamos tener todo lo que necesitábamos. Esto pensó hasta el día de su muerte.


Tanto mi madre como mi abuela fueron víctimas del machismo oculto de la sociedad moderna y eso para mi fue el inicio de mi educación como “ser humano”. El hombre hace lo que quiere y la mujer mira como se defiende, así que me convertí poco a poco en el típico machista contemporáneo, fotógrafo de mujeres bellas, exhibiéndolas como objetos de deseo ante los ojos de cientos de hombres lujuriosos ansiosos de satisfacer sus deseos carnales sin necesidad de comprometerse. ¿Por que? porque ningún hombre se había comprometido en casa, ese no fue el ejemplo que recibí. Estudié en un colegio de hombres que tenían como objeto de deseo a sus profesoras, y cuando llegue a la universidad me di cuenta que esos objetos de deseo estaban al alcance de las manos de cualquier persona que brindara un poco de felicidad a alguien, sin necesidad de compromiso. Me había convertido en mi papá y en mi abuelo y me sentía orgulloso de ello. Esto era un logro más de la correcta educación que recibí.


Sí. Andrés Herrera es el típico machista no tan oculto de la sociedad moderna.

15 años mas tarde inquiriendo un poco sobre la responsabilidad del ser humano con su entorno y el objetivo de la vida, me encontré con las palabras de un sabio maestro de yoga que decía: “las mujeres serán nuestras guías, ellas se convertirán en nuestras maestras”. ¿Como es posible esto?.


Más de un par de años está frase rondaba mi cabeza. No pongo en duda lo que el maestro dijo pero intentaba encontrar la razón lógica para ser guiado espiritualmente por una mujer, así que empecé a estudiar un poco la vida de grandes mujeres espirituales en la historia de la humanidad.

La cultura que decidí practicar está fundamentada por unas escrituras llamadas los vedas, y en estos textos explican que el hombre debe ser el protector de la mujer. Debe amarla, respetarla, guardarle fidelidad, debe ser el tesoro mas preciado dado por la divinidad para alcanzar la trascendencia. Pero por otro lado nos dice que todas las almas son femeninas. Que lo que nosotros vemos como cuerpo de hombre, de mujer, de perro, de vaca, de gato, de árbol, de piedra, de montaña, son solo cuestiones externas a lo que realmente es la esencia, es decír: Todos los seres vivientes en este universo material tienen un alma femenina y esas almas femeninas tienen una característica. Sumisión, rendición, entrega ante el todo absoluto, Dios, Buddha, Ala, Jahve, Ra, Rama, Vishnu, Krishna, Universo, como le quieran llamar; y ¿que es sumisión?: La palabra sumisión se origina del latín submissio, que significa “sometimiento”. Entre los sinónimos que se pueden emplear para referirse a sumisión están acatamiento, rendición, dócil y obediencia y esta debería ser nuestra actitud original para con el todo ABSOLUTO, pero si ni siquiera podemos valorar, respetar u obedecer a nuestras madres, como vamos a poder en algún momento obedecerle o ser sumisos a el / ella.


Las mujeres genéticamente, ancestralmente, mecánicamente tienen esta rendición consigo, por eso ellas son las encargadas de dar a luz, por eso ellas son las que amamantan; si en nosotros estuviera esa función, nuestros hijos serían alimentados por Colanta. Ellas como mi abuela, como mi mamá, como su mamá, como sus esposas, hijas, tías, nietas, primas, amigas, tienen ese sexto sentido místico que las conecta con ese estado de humildad natural. Tienen la suficiente inteligencia emocional para perdonarnos nuestros maltratos físicos, psicológicos, infidelidades, prefieren tragarse sus sentimientos sus palabras y vivir en ese estado de sufrimiento interno por nuestro comportamiento machista y explotador. Nosotros mismos los orgullosos y egoístas hombres estamos acabando con el regalo más lindo que la divinidad puede brindarnos a través de las mujeres. ¿Por que?: Porque no aceptamos nuestro rol de hombres, no podemos ver la sumisión como nuestra propia realización como hombres y somos tan ciegos que en vez de cultivarla en nosotros mismos la envenenamos con nuestra explotación impidiéndonos entender cuales son nuestros deberes naturales o nuestros roles en pareja. Durante el matrimonio no cumplimos con los votos que prometimos, no nos desempeñamos como correctos guías materiales y a falta de nuestra incompetencia e ignorancia preferimos renunciar a nuestras obligaciones humanas abandonándolas o siéndoles infieles causándonos una ceguera temporal ante la trascendencia y negándonos cualquier posibilidad de aprendizaje divino. Examinemos nuestro comportamiento, pensemos en las mujeres que tenemos en nuestras vidas y por unos minutos pongámonos en sus zapatos, dejemos de culparlas a ellas y mirémonos a nosotros mismos.


Nuestro machismo prepotente es el culpable de todas nuestras desgracias de la sociedad moderna. Tenemos dos opciones, o somos explotadores o somos sirvientes. ¿En cual de los lados prefiere estar usted? En el que explota los recursos de su madre, o en el que sirve con amor a su madre. En el que explota a su esposa y la disfruta, o en el que sirve a su esposa por amor y con amor. En el que explota la madre tierra contaminando sus ríos, asesinando sus animales, deforestando sus bosques, maltratando sus mujeres, o en el que sirve la madre tierra teniendo conciencia para empezar a generar un cambio positivo en su vida. Usted mi querido amigo tiene el derecho de elegir. Tómese un tiempo para respirar, interiorizar estas palabras o desecharlas, pedir sabiduría a la divinidad y sacar sus propias conclusiones, no sobre la vida de los demás. Sobre su propia vida.


Con todo mi afecto.


Kavi Karnapura Das

2 de Noviembre de 2019


Posdata: Mi idea con el post no es generalizar, ni causar polémica y menos controversia aunque pareciera. Solo es uno de infinitos puntos de vista, así que no hay que tomárselo personal. Namaste.


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