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Una vida silenciosa

Foto del escritor: KaviKavi

Cómo seres humanos sociales e influenciábles caemos en el ruido caótico de la sociedad moderna. Nuestro entorno es tan extremadamente ruidoso que nunca tenemos tiempo para escucharnos a nosotros mismos; nos damos cuenta de todo lo que pasa en el mundo, debatimos y filosofamos al respecto e incluso nos atrevemos a juzgar las decisiones que personas ajenas a nosotros directamente implicadas toman para darle posible solución a los problemas. Una vez más hacemos parte del ruido caótico de la sociedad moderna y cuando hay tanto ruido nadie se escucha.


Recuerdo en mi paso por india impactarme y saturarme por el ruido que generan cada uno de los vehículos de transporte, llámese moto, carro bus, riksa etc. En cada ciudad que visitaba me sentía en una competencia de bocinas (en india tocan más la bocina que el freno de los vehículos) y el ruido era tan naturalmente perturbador que a la hora de dormir uno terminaba extrañándolo, simplemente todo el mundo mantenía en una constante ansiedad de llamar la atención de las demás personas ¿con que fin?… ellos lo sabrán.

Así como los vehículos de india, los seres vivientes domesticados hemos buscado muchas maneras de llamar la atención a través de la historia. Es natural que cuando un perrito quiera dar un paseo venga donde su protector moviendo la cola y señalándole la correa; así mismo cuando queremos llamar la atención de otra persona utilizamos los medios que tenemos al alcance, los trucos por así llamarlos, a veces funcionan positivamente y a veces su efecto es el contrario. Quiero llamar la atención de mi pareja, de mi familia, de mis amigos, de mi entorno y esto de cierta manera se convierte en una proyección de lo que “yo” siento que soy (o lo que quisiera ser), de mi propia forma de pensamiento individual que se hace colectivo al momento de compartirlo con el entorno, algunos lo llaman “egrégora”; esto empieza a formar la imagen de una comunidad, es decir, la identidad de como nos ve el mundo y esto queridos amigos muy pocas veces es del todo cierto, pero este no es el tema.

Ahora, trayendo esto a nuestro tiempo lugar y circunstancia, he encontrado algunas personas en este caminar que no han podido encontrar o proyectar su propia identidad o su propia egrégora en una comunidad, causando algo de apatía por la sociedad y llevando esto a un punto de rebeldía o anarquía para mostrar su inconformismo, lo que los convierte escondidamente en una parte notoria del sistema. Esto recuerdo haberlo experimentado en carne propia de la siguiente manera: (Lease con voz narrativa en primera persona)

14 Años, entra el “Grunge” a mi vida con Kurt Cobain como icono o modelo a seguir.

17 años, entra el Rock Argentino con Fito Páez y su ciudad de pobres corazones.

19 años, entra el Emo a mi vida ya ni me acuerdo con que grupos ni canciones, solo me acuerdo del pelo rosado y las camisetas talla xs.

21 años, entra el Reggae a mi vida con Bob y su jungla de cemento. Hasta ahí cambiaba de tribu a tribu sin hacer mucho ruido por que no sabía comportarme en la sociedad, así que utilizaba la música para comunicarme, pero luego, llegaron los deseos, llego el reggaeton y con el llego un ruido peor que el de las bocinas de india así que pude experimentar en primera persona lo que es literalmente ser un bulloso más de la sociedad.

Ahora imagínense un planeta dónde el 70% de su población es bullosa, y tú querido amigo como yo, muy probablemente formas parte de este 70%. Hacemos tanta bulla que nunca tenemos tiempo de escucharnos y si no tenemos tiempo de escucharnos como vamos a poder saber que necesita nuestro cuerpo, que necesita nuestra alma, que necesita nuestra familia y mucho menos que necesita nuestro entorno. Vivimos tan pendientes con el ruido del mundo que estamos excluyendo el ruido de nuestro propio mundo: sabemos más del coronavirus que de nuestras propias alergias; sabemos más de la realeza de Inglaterra que de nuestra propia familia; sabemos más de la vida de todo el mundo menos de la nuestra. Por que? Por que no queremos escuchar, no queremos escucharnos y mucho menos queremos enfrentarnos con nuestro propio ruido así que procrastinamos todo lo que tenga que ver con nosotros y sencillamente preferimos por elección propia seguir viviendo una vida que no es nuestra solo para encajar correctamente en este modelo de consumo, nos despertamos miramos las noticias, miramos las redes y automáticamente hacemos parte de la bulla del mundo, y antes de acostarnos hacemos exactamente lo mismo llevándonos todo este ruido a nuestros aspectos más íntimos y sutiles. ¿Cómo vamos entonces a encontrar nuestra propia identidad con tanto ruido?

La solución: entramos a la iglesia, hacemos ejercicio, practicamos yoga pero nuestro ruido sigue siendo exactamente el mismo. Estamos esperando que el pastor, que el entrenador o que el instructor solucione nuestros conflictos de identidad, o que milagrosamente la presencia divina entre en nosotros y nos transforme automáticamente en una mejor versión de nosotros mismos; casos se han visto pero la realidad es otra.

Si no quieres escucharme, date la oportunidad de escucharte, tu corazón es sabio y seguramente esta pidiendo a gritos no que le prestes un poquito de atención, el está pidiendo ahora que te prestes toda la atención y si no sabes por donde empezar y llegaste hasta aquí, vuelve y lee este texto y bienvenido a nuestro grupo.

Déjame saber que piensas, sientes u opinas al respecto. ¿Te identificas un poco?


Con todo mi afecto.


Kavi Karnapura

28 de Febrero del 2020

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